Cada vez puedo asumir más directamente la promoción del entusiasmo, al que considero un valor útil y operativo.
El concepto de entusiasmo es un buen operador para lograr un cambio de actitud que es muy valioso para las personas en su sensación de vivir y también para sus actividades. Es valioso para la vivencia íntima de la realidad y para potenciar desempeños, digamos.
Eso necesitamos: ideas que permitan gestar un cambio, gestionarlo, llevarlo, vivirlo, hacerlo posible. Ideas operadoras, obradoras, conceptos en los que basarnos para promocionar ciertos cambios deseados. Y este sirve para promover un conjunto de modificiaciones importantes.
Ayer hablábamos con un amigo de la situación nacional, de lo preocupante que es tras la apariencia de bienestar, de lo corrupto e ineficaz que es el gobierno actual, de su cinismo y su utilización de lo ideológico para encubrir su delincuencia, de cómo la Argentina va camino a repetir su historia (producir una nueva crisis, seguramente echarle la culpa a K, convertirlo en un nuevo Menem, recaer y alejarse una vez más de la posibilidad de un desarrollo sostenido y lógico), y yo le proponía que a esa desesperación o desesperanza (que compartíamos pero que sobre todo él sentía) había que oponerle una mirada alternativa.
El movimiento sería tal vez el que vengo pensando y planteando de a pedazos en este blog: identificar un enemigo no político, como la neurosis o la filosofía miserable del desencanto, y trabajar para reducirlo, de manera que pueda potenciarse un cambio de actitud social, que ya existe pero teemos que fortalecer, y que influencia de manera indirecta la escena política, en la que nada parece poder hacerse de manera directa.
En ese trabajo, la idea de entusiasmo me parece un eje fundamental. Fomenta la libertad, el deseo, las ganas de vivir, el enfrentamiento con las realidades concretas, el trabajo, el crecimiento, todo integrado en la valoración de una felicidad personal, en la aventura de vivir. De esa forma superamos el esquema alienante de un pensamiento histórico político, que nos frena y limita a un desencanto poco operativo.
Link: www.100volando.net
El concepto de entusiasmo es un buen operador para lograr un cambio de actitud que es muy valioso para las personas en su sensación de vivir y también para sus actividades. Es valioso para la vivencia íntima de la realidad y para potenciar desempeños, digamos.
Eso necesitamos: ideas que permitan gestar un cambio, gestionarlo, llevarlo, vivirlo, hacerlo posible. Ideas operadoras, obradoras, conceptos en los que basarnos para promocionar ciertos cambios deseados. Y este sirve para promover un conjunto de modificiaciones importantes.
Ayer hablábamos con un amigo de la situación nacional, de lo preocupante que es tras la apariencia de bienestar, de lo corrupto e ineficaz que es el gobierno actual, de su cinismo y su utilización de lo ideológico para encubrir su delincuencia, de cómo la Argentina va camino a repetir su historia (producir una nueva crisis, seguramente echarle la culpa a K, convertirlo en un nuevo Menem, recaer y alejarse una vez más de la posibilidad de un desarrollo sostenido y lógico), y yo le proponía que a esa desesperación o desesperanza (que compartíamos pero que sobre todo él sentía) había que oponerle una mirada alternativa.
El movimiento sería tal vez el que vengo pensando y planteando de a pedazos en este blog: identificar un enemigo no político, como la neurosis o la filosofía miserable del desencanto, y trabajar para reducirlo, de manera que pueda potenciarse un cambio de actitud social, que ya existe pero teemos que fortalecer, y que influencia de manera indirecta la escena política, en la que nada parece poder hacerse de manera directa.
En ese trabajo, la idea de entusiasmo me parece un eje fundamental. Fomenta la libertad, el deseo, las ganas de vivir, el enfrentamiento con las realidades concretas, el trabajo, el crecimiento, todo integrado en la valoración de una felicidad personal, en la aventura de vivir. De esa forma superamos el esquema alienante de un pensamiento histórico político, que nos frena y limita a un desencanto poco operativo.
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